Transporte en frío de productos alimentarios: cuatro claves imprescindibles

El transporte a temperatura controlada presenta unas necesidades específicas a tener en cuenta para garantizar la integridad de los alimentos

El transporte de alimentos es una tarea esencial así como compleja, ya que se trata de productos con necesidades especiales que requieren unas características específicas. Es necesario que mantengan un rango de temperatura durante todo el trayecto para garantizar sus propiedades y su integridad. Es decir, conservar su cadena de frío, desde que se recoge hasta que se realiza su entrega.

En caso contrario, se echa a perder y la mercancía deja de ser apta para el consumo, ya que se corre el riesgo de que se encuentra en mal estado o aparezcan microbacterias que afecten a la salud del consumidor. Esto se traduce, no solo en pérdidas económicas, sino también en alimentos que no se han aprovechado. En el contexto actual, en el que hay países con altas tasas de desnutrición, se trata de un mal evitable.

Según el informe "El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2021", elaborado por Unicef, alrededor de una décima parte de la población mundial ha padecido hambruna durante el año 2020. Esto se traduce en, aproximadamente, 800 millones de personas que no han podido acceder a unos niveles mínimos de alimentos. 

Ante este panorama, para evitar la rotura de la cadena de frío, existen cuatro claves fundamentales que permiten el éxito del transporte de alimentos: elegir el mejor tipo de vehículo, controlar las variaciones de la temperatura en el interior del vehículo, reducir tiempos y contar con personal especializado.

 

Tipos de vehículos

Existe una normativa internacional, denominada ATP (Acuerdo sobre transportes internacionales de mercancías perecederas sobre vehículos especiales utilizados en este transporte), que establece los distintos tipos de vehículos autorizados. Se pueden emplear en el transporte en frío de alimentos en función de las características de estos y de las temperaturas a las que se deben mantener:

  • Vehículos isotermos: se fabrican con materiales aislantes, de manera que paredes, techo, suelo e, incluso, las puertas, mantienen la temperatura interior independientemente de la situación externa.
  • Vehículos frigoríficos: cuentan con una fuente de producción de frío que permite almacenar los alimentos a temperaturas que varían entre los 7ºC y -20ºC en función del modelo.
  • Vehículos refrigerantes: a diferencia de los anteriores, no disponen de un sistema de producción propio, sino que el frío se consigue de manera artificial (con placas eutécticas, geles, etc.), oscilando entre los 12ºC y -20ºC.
  • Vehículos caloríficos: en este caso, la fuente produce calor, de forma que la temperatura dentro del vehículo nunca desciende los 12ºC, siempre es superior.
 

De cualquier forma, todos ellos comparten unas características comunes: el interior del vehículo debe estar aislado, ser hermético e impermeable; y la cabina del conductor y el espacio destinado a la carga deben estar separados y sin ningún tipo de contacto.


Control de la temperatura

Para garantizar que no se ha roto la cadena de frío y que los alimentos se encuentran en buen estado, se debe realizar un seguimiento de la temperatura durante el transporte.

Para ello, es posible utilizar dispositivos o sensores termógrafos que registran las variaciones térmicas en tiempo real. Gracias a este monitoreo, se pueden detectar anomalías o niveles de temperatura no deseados, teniendo un gran margen de reacción para evitar la pérdida de los alimentos. 


Reducir tiempos

Además de una flota adecuada que cumpla la normativa ATP, y de controlar y monitorizar la temperatura y sus alteraciones, es importante ahorrar tiempo. 

Por un lado, el que se emplea en la carga y descarga de la mercancía alimentaria, ya que implica que la puerta del vehículo se abra y se cierre, lo que puede alterar la temperatura y, con ello, la cadena de frío y el estado de los productos. En este sentido, la rapidez es un factor fundamental.

Por otro lado, hay que garantizar el cumplimiento del plazo de entrega, reduciendo al mínimo posible el tiempo empleado en el transporte. De esta forma, es necesario planificar las rutas y los itinerarios que se van a seguir. Esto permite conocer en tiempo real la situación de los vehículos, vigilar el tráfico para evitar cuellos de botella y atascos, y aumentar la seguridad y rapidez del traslado de los alimentos.


Personal especializado

Esta cuarta clave es fundamental en cualquier sector y cadena de distribución, pero en el traslado de alimentos adquiere, incluso, un valor superior. Como ya se ha comentado, las consecuencias afectan, tanto al ámbito económico, como al humano.

Por eso, contar con personal cualificado y capacitar a los conductores de los vehículos puede ser el elemento diferencial que asegure el éxito del transporte en frío de alimentos. Deben ser conscientes de la importancia de los productos que transportan y saber optimizar las operaciones de carga y descarga, así como conocer los protocolos de actuación en caso de que se rompa la cadena de frío. 

En definitiva, si no se consideran estas claves, el transporte en frío se puede convertir en una operación difícil, que genere grandes pérdidas, que haga peligrar la reputación de una empresa y que disminuya la confianza de sus clientes.


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